¿Cómo fue que se olvidaron?

Ni tan siquiera los dioses creían que se podría construir un arco iris con una sola gota de lluvia, posarlo sobre la tierra, hacerlo crecer en el aire y colorearlo con el fuego del sol.

Cómo imaginar que un día podrías haber aprendido a caminar sobre él.

Cuando el último rayo de sol se desvanece entre el violeta intenso del horizonte, en otro lugar de tu mundo, un guiño de brisa hace que las praderas altas ondeen como olas de mar.

Quizás no lo ves, pero cuando el primer destello de luz aparece fulgurante ante los ojos de un niño, y los sonidos de cantar de pájaros revolotean sobre mis tejados, otro día más la magia de la eterna naturaleza gira insondable para nosotros.

Mil universos, con miles de soles y lunas melancólicas bailan la danza del cielo en una melodía polifónica que aturde los sentidos.

Del fondo del cofre de nuestros pensamientos surgen las risas y los sueños de los niños olvidados, que siempre viven latentes en cada uno de nosotros.

Cómo creer que todo esto puede acabarse sin tener sentido, pues no hay más sentido que, el que debe ser vivido con intensidad.

Cómo creer que no hay nada más allá, cuando desgarramos el pecho al gritar en nombre de la libertad desde las torres más altas de cristales y cemento.

Una humanidad que se protesta como un niño caprichoso, pensando que ha desafiado la magia de los tiempos.

¿Cómo creer que no es posible volver a hacer crecer un arco iris y enseñar a otros, que siempre se puede aprender a caminar sobre lo que una vez fue una gota de lluvia?